En su corta vida, Rostov del Don pasó de ser un pueblo fronterizo a una urbe de millones de habitantes. Popularmente se le denomina la capital del sur, la capital del Don, la ciudad de las cosechadoras o Rostov-papá —en referencia a una conocida canción rusa—.
En Rostov, más que en ningún otro lugar de Rusia, se pueden apreciar las tradiciones cosacas, una gran comunidad militar que se remonta al siglo XVI. Los asentamientos alrededor de Rostov del Don se conocen como stanitsa, un nombre que sirve para designar pueblos y destacamentos militares cosacos. En la ciudad se celebran numerosas actividades relacionadas con la cultura cosaca, lo que incluye demostraciones hípicas y acrobáticas en las que los cosacos demuestran sus habilidades y su valentía para mayor gloria de su stanitsa.