Durante los primeros años de la
Segunda Guerra Mundial, el entonces presidente de Brasil, Getulio Vargas, decidió mantener al país en una posición neutral en un intento de seguir beneficiándose de las relaciones con las grandes potencias de ambos lados del conflicto. La 'neutralidad interesada' de Vargas llegó a su fin en los primeros meses de 1942, cuando permitió la instalación de bases militares estadounidenses en el país a cambio de préstamos millonarios para la creación de la Compañía Siderúrgica Nacional.