SPUTNIK
"Querían hacer de mí un verdugo"
Quién crea en Ucrania escuadrones de la muerte
por Andréi Veselov
El departamento de contrainteligencia del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) crea grupos especiales que trabajan al margen de la ley. Su misión es asesinar e intimidar a los opositores del régimen. El presidente Petró Poroshenko conoce la existencia de estos 'escuadrones de la muerte'.

Serguéi Sanovski, instructor militar y exjefe adjunto del campamento de entrenamiento del batallón ultranacionalista Azov, recibió la oferta de encabezar uno de esos grupos. Después de negarse fue secuestrado por el SBU, torturado y tuvo que abandonar el país. Un corresponsal de Sputnik habló con Sanovski en Birmania, donde se encuentra esperando asilo político en Suecia.
"Un sencillo héroe del Maidán"
Serguéi Sanovski pertenece a una familia de militares. Antes del cambio de poder en 2014, sirvió en las fuerzas especiales como instructor de francotiradores y comandante de grupos de reconocimiento. Luego se retiró. Participó en las protestas del Maidán. "Era como una bocanada de aire fresco. Parecía que de veras podíamos mejorar el país", dice Sanovski.
Durante los enfrentamientos en Kiev, Serguéi y su amigo escondieron en la entrada de su edificio a nueve personas perseguidas por las fuerzas antidisturbios Bérkut. Luego, cuando los trasladaba a un lugar seguro, los Bérkut lo golpearon brutalmente: le rompieron la mandíbula y casi todos los dientes. Sanovski pasó dos días inconsciente. Después tuvo que ser sometido a varias operaciones. En la prensa ucraniana lo llamaban entonces "un sencillo héroe del Maidán".

Una vez dado de alta en el hospital, Sanovski encuentra trabajo en el batallón Azov, un destacamento paramilitar cuyo núcleo está formado por voluntarios ultranacionalistas y neonazis ucranianos. Serguéi no se siente atraído por esa ideología —su visión política la define entre el socialismo y el liberalismo— pero para entonces su experiencia militar fue bien valorada en el Azov. Al comienzo encabezó un grupo de reconocimiento y sabotaje, después pasó a ser el jefe adjunto del campamento de entrenamiento del batallón.
Ese campamento lo creé prácticamente desde cero. El primer programa de entrenamiento para los nuevos reclutas del Azov también lo diseñé yo
En noviembre del 2014, un oficial de una de las brigadas mecanizadas de las FFAA de Ucrania, que para entonces participaba en los combates contra los rebeldes en el este del país, le presentó a Andréi Lisogor, quien dijo ser la mano derecha de Vladímir Ruban, jefe de la organización Ofitserski Korpus dedicada a intercambiar prisioneros.

A Serguéi le recomendaron acudir a Lisogor, ya que él "trabaja bajo la protección del SBU y es capaz de resolver muchos problemas".
Carné de veterano de Serguéi Sanovski
Paralelamente, Lisogor realiza seminarios y entrenamientos para los que combaten a los rebeldes, los combatientes de la Guardia Nacional, las Fuerzas Armadas y los agentes del Servicio de Seguridad. Además de, por ejemplo, clases de tiro y lucha con armas blancas, Lisogor enseñaba cómo atar y torturar a las personas durante los interrogatorios.
Entre Sanovski y Lisogor se establecen entonces unas relaciones de confianza. "Yo participaba en sus clases y a la vez impartía clases de tiro y preparación táctica para la Guardia Nacional", comparte Serguéi.
"Ahorcaban y retorcían los genitales"
Durante una de las reuniones, Sanovski descubre que Lisogor es asesor del jefe del departamento de contrainteligencia del SBU, el general Alexéi Petrov. El general fue impuesto por el actual presidente ucraniano, Petró Poroshenko, y en las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk lo consideran el autor intelectual de los asesinatos de los líderes rebeldes Arsén Pávlov, más conocido como 'Motorola', y Mijaíl Tolstij o 'Guivi'. En otra reunión, Andréi Lisogor llega acompañado de Alexandr Poklad, mayor del departamento de contrainteligencia.
Tres años después de conocerse, en junio del 2017, Lisogor invita a Sanovski a tener una conversación en un restaurante de comida oriental en Kiev. Ahí es cuando le revela que por orden del general Alexéi Petrov en Ucrania se han creado varios grupos de combate para "la liquidación de los opositores al curso político actual".

"Él me dijo que valora mucho tanto mi experiencia como el trabajo que el destacamento realizaba bajo mi mando. Me ofreció entonces encabezar un grupo de 6 a 8 personas", revela Sanovski.
Cualquier cuestión de organización y técnica sería resuelta en el más alto nivel estatal, pero oficialmente ninguno de nosotros sería formalizado ni siquiera como agentes

Durante ese mismo encuentro, Lisogor le reveló que algunas de las muertes más sonadas en Ucrania habían sido perpetradas por los grupos que él entrenaba.

Así, uno de los fundadores del batallón Azov, Yaroslav Bábich, que supuestamente se ahorcó en su casa en junio de 2015, en realidad fue asesinado. "Un agente lo ahorcó por atrás, mientras que otro le retorcía los genitales para que Bábich no pudiese proteger su cuello. Ese es su estilo", confiesa Sanovski.

Lisogor incluso reveló quienes eran esos verdugos de encargo: Serguéi Jorst, excombatiente del batallón Azov, y un compañero suyo apodado 'Polubotok'. La causa que llevó al Servicio de Seguridad ucraniano a acabar con Yaroslav Bábich era su conflicto con el jefe del movimiento derechista Grazhdanski Korpus y exministro de Justicia, Roman Zvarych.

La esposa de Bábich no creyó que él se hubiera suicidado.
A ella rápidamente le explicaron que si no cerraba la boca, el nombre de Yaroslav sería difamado. Por ejemplo, dirían que le encontraron pornografía infantil
El segundo trabajo de los grupos de la muerte fue el asesinato del coronel retirado de la Dirección Central de Inteligencia de las FFAA Viacheslav Galva. Él falleció en una explosión en otoño de 2014, mientras supuestamente inspeccionaba unas municiones. En realidad, esa explosión fue orquestada por los grupos ilegales del SBU. La causa: su negativa a cooperar y sus visiones críticas de las nuevas autoridades.
Esos son solo dos casos que Serguéi Sanovski conoce, pero considera que esos grupos están detrás de la muerte de muchos políticos, periodistas y activistas en Ucrania. En algunos casos las víctimas eran intimidadas y ellas mismas acudían a la policía o el SBU para pedir protección. Así quedaban bajo un total control. Lisogor confesó que en total habían sido realizados varias decenas de operaciones. "Según entendí, esos grupos debían matar no solo a los oponentes políticos, sino también a aquellos que se niegan a cooperar", dice Sanovski.

A lo largo de toda la conversación, Lisogor subrayaba que las operaciones de los grupos de la muerte están avaladas por el propio presidente, Petró Poroshenko, y el general Alexéi Petrov, subordinado directamente al mandatario.

Sanovski dice haber rechazado la propuesta de Lisogor de encabezar uno de esos grupos. "Querían hacer de mí un verdugo. Yo soy un soldado, no un verdugo". Al final de la conversación, Lisogor le recomendó no hablar con nadie sobre esa conversación. "De lo contrario, en el mejor de los casos, te ahorcarán a la entrada de tu edificio".

Sputnik conoce con certeza que una propuesta similar le fue hecha a otro instructor militar ucraniano. En estos momentos, se encuentra fuera de Ucrania. En su caso, la misión de reclutarlo estaba a cargo de Irina Rubenshtein, amiga cercana de Andréi Lisogor, que formalmente se dedica a labores administrativas dentro de la organización Ukrainski Kontrastup.
Polígono de la Guardia Nacional, pasantía dedicada a la memoria del coronel Viacheslav Galva de la Dirección Central de Inteligencia. De izquierda a derecha: Irina Rubenshtein, Andréi Lisogor, una voluntaria llamada Irina y Serguéi Sanovski.
"Brincaba sobre mi espalda"
Para el día de la última conversación con Lisogor, Sanovski ya se había retirado del batallón Azov, pero seguía repartiendo instrucciones para otros destacamentos de la Guardia Nacional. Finalmente, le decepcionó el curso del Gobierno. "Cada año era peor y peor. En la zona de guerra en el este del país es común el alcoholismo. Los soldados están sin suministros. Pero en Kiev los políticos roban a manos llenas", explica Serguéi.

Entonces le nació la idea de organizar una protesta contra la política en el frente de guerra, así como contra la reforma agraria y de pensiones. Serguéi Sanovski solicita un espacio para su marcha y el ayuntamiento se lo concede. Pero la protesta nunca llegó a efectuarse.
"El 10 de julio de 2017 alguien comienza a romper la puerta de mi casa. Personas con uniforme gritan que son del SBU. ¡No presentaron ninguna orden judicial, ningún documento! Yo no ofrecí resistencia, pero me golpearon muy violentamente. Uno de ellos literalmente saltó sobre mi espalda", recuerda Sanovski.

En ese momento, en el apartamento se encontraba, además, su esposa embarazada.

A Serguéi se lo llevaron a la sede del SBU, donde primero fue interrogado por un investigador y luego por agentes del departamento de contrainteligencia. "Me obligaron a confesar cosas absurdas. Que yo planeaba un golpe de Estado, que planeaba asesinar al presidente y los ministros. ¡Es una estupidez! Pero ellos exigían que confesara tales estupideces y lo grabaron todo con una cámara. Pero lo más importante es que exigían que yo cooperara con ellos", revela.

Uno de los agentes era el mismo Alexandr Poklad, que Andréi Lisogor le presentó en una de sus reuniones. Poklad fue la principal figura que lo torturó, principalmente asfixiándolo. "Para una persona es aterrador quedarse sin oxígeno. Es por eso por lo que ellos principalmente te asfixian. Funciona", comparte Sanovski. Después de eso le pusieron un respirador con gas pimienta. Además, le golpeaban con choques eléctricos y le torcían la columna vertebral. Serguéi accedió a firmar cualquier declaración y después de 12 horas de torturas fue liberado.
La mala fama del departamento de contrainteligencia y personalmente de Poklad la confirma el exsecretario de prensa del SBU, Stanislav Rechinski. "En vez de atrapar a los verdaderos terroristas, el departamento encarcela personas y las asfixia. Ellos tienen a un empleado, Alexandr Poklad, conocido como 'El asfixiador'. Es bien distinguido por eso", confiesa Rechinski.

"Creían que me habían hecho rendirme, pero yo pasé al ataque", dice Sanovski. Y registró las consecuencias de las torturas en varios centros médicos y envió una demanda sobre secuestro y torturas al Buró Anticorrupción de Ucrania (NABU) que luego fue transferida a la Procuraduría Militar.

Mientras su abogado, Serguéi Titorenko, lleva el caso, el propio Sanovski decide 'desaparecer'. Cambia su número telefónico, se esconde en apartamentos ajenos y luego emigra a Transnistria y posteriormente a Moldavia. Ahí vive durante unos meses y su mujer lo visita.

"En un momento a mi WhatsApp llamó Poklad. Me dice que sabe dónde estoy y que él también está en [la capital moldava] Chisináu. Dijo que teníamos que vernos, que debo cooperar con ellos, si no sería mucho peor. Probablemente, el caso abierto por la Procuraduría Militar resultó ser para ellos una verdadera amenaza y querían que yo retirase mis palabras. Yo hice como si aceptara vernos otro día a las 12:00, pero por si acaso grabé un mensaje de vídeo y partí junto a mi esposa a Bulgaria", recuerda Serguéi.
En Sofía, la capital búlgara, Sanovski recibe un mensaje de su abogado Titorenko, quien le advierte que debe "huir lo más lejos posible, preferiblemente a Asia". Después de eso, el abogado no responde a las llamadas. "Su casa y la de mi madre fueron registradas y yo creo que él se asustó", dice Sanovski.

Serguéi decide ocultarse en Birmania, pero le resulta difícil abandonar Bulgaria. En el aeropuerto él y su esposa son detenidos y el oficial de la policía les comunica que están en la lista de la Interpol. Entonces Sanovski dice que pedirá asilo político.

"A él se le hicieron redondos los ojos y de inmediato nos acompañaron al avión. No querían un escándalo. Aparentemente nos habían detenido por un acuerdo informal con el SBU. Me hubiesen detenido y luego entregado a las autoridades ucranianas. Han sacado a personas de Bulgaria a Ucrania en los maleteros de los autos", dice Serguéi.

Desde Birmania Sanovski intenta comunicarse con su abogado, pero sin resultados. En esos momentos le han hecho una operación en la columna, fracturada durante las torturas del SBU. Quiso pedir asilo político, pero desde la misión de la ONU le explicaron que la legislación de Birmania ni siquiera maneja ese concepto.

En estos momentos, Serguéi y su esposa están tramitando los papeles para obtener asilo político en Suecia y se encuentran bajo constante protección de la policía.

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