SPUTNIK
Testimonios de Tlatelolco,
a medio siglo de la masacre del movimiento estudiantil en México



Foto: Eliana Gilet

Sputnik te presenta la voz de testigos directos de uno de los principales crímenes de la historia reciente de México:
el ataque al movimiento estudiantil del 2 de octubre de 1968.
El día que México se bañó en la sangre de jóvenes inocentes
Faltaban pocos días para la inauguración de los Juegos Olímpicos 1968 y se venía de una intensa agitación estudiantil que se había iniciado dos meses antes. Los ecos del Mayo francés retumbaban en las aulas universitarias y académicas y el movimiento, con centro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se había extendido por todo el país.
Represión contra civiles en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968.
(Manuel Gutiérrez Paredes / Archivo de la UNAM)
Ese día, el Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz desató una brutal represión, que, según se calcula, dejó entre 30 y 40 muertos. 50 años después, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), dependiente de la Secretaría de Gobernación de México, reconoció que la masacre fue un crimen de Estado.

Las versiones de testigos presenciales sobre lo que sucedió ese 2 de octubre señalan el caos y la desorganización en el supuesto 'operativo coordinado' de las fuerzas represivas. Sostienen que el Ejército no llegó disparando contra la multitud sino que lo hizo respondiendo al ataque armado de un grupo paramilitar que actuó de civil, bajo el nombre de Batallón Olimpia. Este grupo, cuyo origen y mando son aún desconocidos, disparó hacia la plaza desde los edificios de alrededor —el Chihuahua particularmente—.
La peor pesadilla
El 2 de octubre se realizaba el tercer mitin estudiantil convocado en la plaza de las Tres Culturas después de dos meses de conflicto.

El lugar recibe su nombre porque reúne las ruinas prehispánicas de Tlatelolco, ciudad-Estado fundada por los mexicas, y la iglesia de Santiago Tlatelolco, de la época colonial. La tríada se completa con el enorme complejo habitacional Nonoalco Tlatelolco, que alberga cientos de familias obreras.
Muchos de los habitantes de las viviendas estaban en la plaza el día del mitin, eran vecinos y niños que jugaban, gente que estaba de paso, además de los estudiantes en lucha.
"El objetivo del Gobierno era encarcelar a los integrantes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) para que bajara el movimiento estudiantil. Estaba muy cerca la Olimpíada y el nerviosismo hizo que Gustavo Díaz Ordaz enviara al Ejército", explica a Sputnik Adolfo Palma, quien estuvo en la Plaza ese 2 de octubre.
La policía mexicana golpea a un manifestante durante una marcha estudiantil el septiembre de 1968, pocos días antes de la masacre en la plaza de las Tres Culturas.
(AP Photo)
El CNH había sido creado el 2 de agosto de 1968 y reunía a representantes estudiantiles de las universidades y escuelas que participaban de la lucha. Tenía una estructura amplia, colegiada, integrada por más de una centena de jóvenes.

Contra ellos habían estado dirigidas las acciones militares previas al ataque en Tlatelolco, cuando el Ejército tomó los tres principales edificios estudiantiles de la Ciudad de México ocupados por los organizados: el de Ciudad Universitaria de la UNAM, el 18 de septiembre, y los dos del Instituto Politécnico Nacional, el 23 y 24 del mismo mes.

A pesar de esos tres grandes despliegues, no habían podido detener a los integrantes del CNH. Lo lograron el 2 de octubre. "A las siete de la tarde ya estaban presos y también muchos otros que no eran del Consejo", subraya Palma.
"Yo estaba en la plaza, fui al mitin como simple brigadista. Por la avenida Eje Central que entonces se llamaba San Juan de Letrán, habían llegado soldados y tanques. Lo mismo por la Calzada Nonoalco [hoy avenida Ricardo Flores Magón] y por la avenida Manuel González. Por esas tres calles cerraron la pinza en torno al mitin", recuerda Palma, quien describe el gran despliegue de soldados rodeando la plaza a las 5:00 de la tarde.


En la foto: soldados del Ejército mexicano en la región de la plaza de las Tres Culturas la noche del 2 de octubre de 1968. (AP Photo/STR)
"Cuando estaba hablando David Vega del CNH, quien sería el último orador de la tarde, sobrevolaron dos helicópteros y tiraron bengalas: una verde y una roja. No entendíamos lo que pasaba, pero entonces vi que estaban disparando desde el edificio Chihuahua hacia la plaza y al voltear, vi la avenida llena de tanques", cuenta Palma. Eran las 6:10 de la tarde.
"Los soldados bajaban de los camiones para formarse y marchar hacia nosotros con sus fusiles. El instinto de uno es correr, pero yo caminé en contra de ellos. Solo tuve un rasguño porque uno de ellos me clavó la punta de la bayoneta en la mano izquierda", recuerda Palma y levanta la mano para mostrar la cicatriz que tiene apenas debajo de su dedo meñique, que no termina de borrarse.
Pasó entre los soldados y cruzó la avenida San Juan de Letrán donde se refugió en una panadería de nombre Acapulco que estaba en esa calle. Palma recuerda haber sentido olor a alcohol al cruzar entre los soldados, pero sobre todo recuerda haber visto cómo muchos de ellos cortaban cartucho de sus armas y luego apuntaban para arriba.
Soldados del Ejército mexicano apuntan tanques al edificio Chihuahua, donde los estudiantes permanecian atrincherados el 3 de octubre, después de una noche de violencia que costó decenas de vidas.
(AP Photo)
Soldados del Ejército mexicano retiran a los jóvenes arrestados de la plaza de las Tres Culturas, el 3 de octubre de 1968.
(AP Photo)
El ataque armado duró entre 40 minutos y una hora. Palma entonces tenía 24 años y estaba a un mes de recibirse de ingeniero en Aeronáutica en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME). No terminó su carrera. También estaba casado y tenía una hija que lo esperaba en casa. Esa su mayor preocupación, llegar con su familia para decirles que estaba bien.

"Siempre viví cerca de Tlatelolco y cuando iba caminando de regreso, me detuvieron dos policías que venían en un auto particular sobre la calle Galeana. Me llevaron a unos separos [cárceles de estancia corta, preventivas] que estaban llenos de gente detenida", recuerda Palma. Tuvo suerte. Uno de los policías lo reconoció y lo dejó salir.

Zona de guerra en medio de la ciudad
El edificio Chihuahua, como otros de la unidad habitacional Nonoalco Tlatelolco, tiene cada tercer piso una explanada a donde llegan los elevadores, que no paran en todos los pisos. En la del tercer piso estaba instalado el sonido para el mitin del 2 de octubre, cuyo balcón daba hacia la plaza donde la gente se había reunido desde las 5:00 de la tarde.
"La plaza no es muy grande y había familias, gente de la unidad habitacional, no solo estudiantes. Poco antes de que empezara el mitin, pensé en subir al Chihuahua para tener una mejor visión. Había un control, pero a los periodistas nos dejaban pasar", cuenta Francisco Ortiz Pinchetti, que entonces tenía 24 años, estaba recién casado y trabajaba como periodista independiente para la extinta revista quincenal Gente y para la revista Jueves del diario Excélsior.

En la foto: la plaza de las Tres Culturas en 2018. (Eliana Gilet)
En el balcón del tercer piso del Chihuahua, Ortiz encontró a la periodista italiana Oriana Fallaci que había llegado a cubrir los próximos Juegos Olímpicos y también al subdirector de su propia revista.

"Recuerdo que la propia Oriana hizo mención a la calma de ese día, porque había platicado con el jefe de policía en la víspera y le había dicho que no habría problemas", cuenta Ortiz.
"Cuando acabe el mitin todos nos iremos a nuestras casas en perfecto orden, dijo uno de los oradores", recuerda el periodista y señala que el ambiente era incluso "un poco festivo".
Nadie imaginaba que hubiese posibilidad de represión porque en la mañana se habían reunido representantes del Gobierno y tres integrantes del Consejo Nacional de Huelga.

La tensión llegó a la plaza al ver los helicópteros. "Aparecieron dos bengalas de luz frente de nosotros. Había dos helicópteros sobrevolando, pero las bengalas no salieron de ellos como se dijo", cuenta Ortiz. El orador pedía "calma, son luces, calma", pero la gente empezó a correr hacia el edificio Chihuahua.
"Fueron segundos cuando nos dimos cuenta que detrás de nosotros había sujetos armados, pelones, de corte militar, pero vestidos de civil", recuerda. Los hombres armados subieron al tercer piso del Chihuahua, donde se encontraba Ortiz.

"Nos hicieron presos a todos los que estábamos allí, insultándonos, '¡desgraciados, traidores, comunistas!' '¡Ahora van a ver cómo les va a ir!', decían y nos tiraron a todos frente a las puertas de los elevadores", recuerda.
El grupo armado usaba un guante blanco o un pañuelo blanco, que los identificaba como parte de una misma fuerza. Ortiz calcula que unas 200 personas fueron sacadas del edificio Chihuahua en medio de una zona que parecía de guerra porque los tiros habían perforado los tanques de los edificios y había agua por todos lados.

Un fotógrafo lo llevó a la redacción del diario Excélsior, donde Ortiz se dio cuenta de que tenía una herida de bala en la pierna. El médico que lo trató sacó casi todos los fragmentos de la bala con la que fue herido, salvo uno, que quedó dentro de su cuerpo.
Un soldado golpea a un manifestante con la culata de su rifle mientras los jóvenes arrestados son retirados de la plaza de las Tres Culturas el 3 de octubre de 1968.
(AP Photo/STR)
Estudiantes mexicanos, arrestados tras las manifestaciones del 2 de octubre de 1968.
(AP Photo/William A. Smith)
Vehículos blindados se alinean en la plaza de las Tres Culturas, el 3 de octubre de 1968.
(AP Photo)
Monumento en la plaza de las Tres Culturas en memoria de los estudiantes muertos en la masacre de 1968 en México.(AP Photo/Eduardo Verdugo)
"Me hablaron de la revista Gente para pedirme que escribiera la crónica de lo vivido", relata Ortiz. Sin embargo, la crónica no fue publicada. Recién en 1988, fundada la revista Proceso, de la que Ortiz fue iniciador, se publicó su crónica original, 20 años más tarde.

Sobre la cantidad de víctimas de la masacre, Ortiz refiere a un documento publicado por el fallecido director del semanario Proceso, Julio Scherer, proveniente del archivo del exsecretario de Defensa Nacional Marcelino García Barragán, según el cual hubo 38 muertos en la plaza, más un niño de 12 años hallado muerto en el segundo piso del edificio Chihuahua, así como cuatro soldados del 44 Batallón de Infantería.

Los nombres de los asesinados fueron levantados en una lápida en la plaza de las Tres Culturas.
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Fotos: Eliana Gilet, AP Photo, Archivo de la UNAM, Archivo de la Casa de las Humanidades
Texto: Eliana Gilet
Diseño: Laís Oliveira
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