El Gobierno de Iósif Stalin adopta una política de represalias políticas contra la población bajo la excusa de la lucha contra el espionaje enemigo y las actividades contrarrevolucionarias.
En particular, las entonces autoridades de la URSS toman la decisión de realizar deportaciones masivas de varios grupos étnicos.
Entre los pueblos deportados, se encuentran los coreanos, chechenos, alemanes, calmucos, tártaros de Crimea, ingusetios, balkarios, karacháis y otros.
El Gobierno comunista justificó tal paso con la supuesta colaboración en masa de estos pueblos con los invasores nazi durante la Segunda Guerra Mundial, si bien hoy en día estas aseveraciones se consideran controvertidas.