Historia de valentía: el ciudadano de la URSS de raza negra que tomó parte en Chernóbil
por Flora Moussa
Después de que la guionista británica Karla Marie Sweet se quejara de que en la serie de HBO Chernobyl no hubiera actores de color, muchos pensaron que sería raro introducir personajes de piel negra en una serie sobre los eventos que ocurrieron en un país donde casi no había personas de origen africano. Sin embargo, se equivocaron.
Ígor Jiriak es habitante de la región rusa de Vólogda, trabaja en la fábrica metalúrgica Severstal desde hace 35 años. En su tiempo libre se convierte en aficionado de la recreación histórica: interpreta al guardia personal de Napoleón. Monta a caballo por el campo de batalla con orgullo. Esta imagen ya había atraído la atención de la prensa varias veces.

Este mes de junio Ígor Jiriak volvió a estar en el centro de la atención y esta vez no tiene nada que ver con la ficción, sino con su historia personal. En el pasado Jiriak fue liquidador, es decir, una de las personas que ayudó a minimizar las consecuencias de la catástrofe en la planta nuclear de Chernóbil. Él compartió con Sputnik sus recuerdos de aquella época.
Ígor Jiriak (foto del archivo personal)
Fama 'incidental'
La serie Chernobyl del canal estadounidense HBO causó una ola de interés por los eventos que tuvieron lugar en la Ucrania soviética en 1986. La miniserie resultó ser más popular que Juego de Tronos. Gracias a la saga la gente no solo se interesó en los propios eventos, sino también en el destino de las personas que previnieron la propagación de la catástrofe nuclear.
El interés sobre tema y el tuit de la guionista de Reino Unido Karla Marie Sweet que resaltó la falta de actores de color en la serie sacaron a la luz la historia de Ígor Jiriak. Mientras los internautas se reían de la 'absurdidad' del comentario de Sweet, un amigo de Jiriak publicó su foto tomada cuando él servía en una unidad del Ejército en Chernóbil.

En cuestión de días fue catapultado a la fama y recibió decenas de llamadas de periodistas. Entre otras cosas los reporteros le preguntaron sobre su origen. Ígor nació en una familia ruso-ucraniana, pero tiene una apariencia única que tiene que ver con la ascendencia africana de sus antepasados por la línea materna.
Ígor Jiriak durante su servicio en la zona de Chernóbil (foto del archivo personal)
No hubo temor
Jiriak empezó a servir en 1985 y en otoño fue trasladado a Kiev, la capital de la entonces Ucrania soviética. El 26 de abril de 1986 el regimiento en el que sirvió fue puesto en alerta. Los soldados fueron llevados al escenario de la catástrofe el segundo día después de que sucediera. El joven tenía solo 19 años y pasaría dos meses y medio en el lugar.

Cuando su unidad fue puesta en alerta ni Ígor ni sus compañeros del regimiento sabían a dónde iban. Según la versión oficial, participarían en unos ejercicios. El día siguiente se enteraron de lo que ocurrió en realidad.
"La información completa de la que disponía el mando nos la contaron el día siguiente, después de la primera noche de las obras".
Para aquel entonces, el incendio en el reactor había sido apagado, pero había una columna gruesa de humo radiactivo que ascendía hacia el cielo, recordó.
En sentido contrario a las agujas del reloj:
1. Un soldado lava un automóvil que sale de la zona de Chernóbil. Foto: Sputnik / Vitaly Ankov
2. Especialistas en la energía nuclear se dirigen a la central de Chernóbil para minimizar las consecuencias del incidente. Foto: Sputnik / Boris Prikhodko
3. Trabajos en el territorio de la central nuclear de Chernóbil después de la catástrofe. Foto: Sputnik / Igor Kostin
Ígor Jiriak afirma que en aquel entonces entendía bien el peligro que representaba el trabajo en la zona.

"Era un buen estudiante, estaba interesado en la formación militar y la amenaza del núcleo pacífico era comparada con las acciones militares. En otras palabras, la situación estaba muy clara. Puede que sintiera cierta inquietud, pero no hubo temor. Tuvimos que hacer el trabajo y todos la hacían".

El entrevistado era miembro de un cuerpo de ingenieros que se especializó en la construcción de puentes.

La primera tarea de la unidad de Jiriak fue desplegar un pontón a través del río Prípiat para posibilitar la evacuación de algunos pueblos en el territorio de Bielorrusia adyacente al territorio donde estaba ubicada la planta atómica. La segunda tarea fue levantar un puente cerca de la central.
"Luego empezó el servicio de mantenimiento del puente y los trabajos en la central. Los que quedaron se dividieron en dos grupos: uno que realizó obras de mantenimiento del puente y otro que iba a trabajar en la planta. Cada una o dos semanas nos cambiamos de trabajo", recordó.

Hubo ocasiones en las que tuvimos que acercarnos al reactor. Según relató el entrevistado, estaba a 100 metros de él cuando tuvo que cargar los escombros de bloques de hormigón necesarios para fortalecer el puente.
Hasta 25 roentgen
En los primeros días los trabajos se realizaban con Equipos de Protección Individuales (EPI) y máscaras de gas, sin embargo después de consultarlo con los empleados de la central, el mando le permitió a los soldados trabajar en su uniforme cotidiano con respiradores.
"Cuando hace 25 grados es muy caluroso trabajar en EPI porque la ropa se empapa con sudor. La humedad se acumula tanto en el uniforme como en la máscara hasta que se hace imposible respirar. Es extremadamente difícil si trabajas el día entero", explicó Jiriak.
En cuanto al período de trabajo en la proximidad al reactor, los soldados recibían trajes blancos idénticos a los que vestían los empleados de la central.

"Estos trajes los suministraban en grandes cantidades. Cada vez que íbamos a ducharnos entregamos la ropa usada para que fuera destruida. Después de la ducha nos daban la ropa nueva".

¿Era suficiente la protección? Jiriak asevera que sí y su punto de vista se basa en la opinión de los científicos que trabajaron en la central nuclear con que tuvo la oportunidad de conversar en el marco de un programa dedicado a los eventos de 1986.
En sentido contrario a las agujas del reloj:
1. Miembros de la unidad que se ocupa de la minimización de los efectos del accidente nuclear de Chernóbil en la zona. Foto: Sputnik / Vitaly Ankov
2. Responsable del control dosimétrico. Foto: Sputnik / Igor Kostin
3. Transportes militares usados en la zona del accidente nuclear de Chernóbil son lavados con una sustancia especial. Foto: Sputnik / Vitaly Ankov
"Lo más importante era evitar respirar las partículas del combustible nuclear del reactor que eran muy finas. Los que estaban expuestos a grandes cantidades de estas partículas en las primeras horas después del incidente, por ejemplo, las inhalaron o las tuvieron sobre su piel, murieron en cuestión de días", señaló el entrevistado quien durante su servicio en la zona recibió una quemadura de laringe.

"Sin embargo, en general cuando acumulas una dosis de radiación [relativamente] grande, el organismo logra lidiar con ella. Para la mayoría de los liquidadores [estas medidas de protección] resultaron suficientes, están vivos hasta hoy", agregó.

El estado de salud de los miembros de la unidad fue supervisado por un enfermero. Una que vez se sospechaba que alguien tenía una enfermedad provocada por una sobredosis de radiación les entregaban píldoras de yodo de las reservas destinados para usarla en caso de uso de armas nucleares.

Entretanto, los dosímetros no funcionaban por lo cual en ausencia de los datos escribían en las tarjetas personales que recibían una dosis "0,1 o 0,2 roentgen al día. Cuando se acumularon 25 roentgen nos evacuaron de la zona".
La juventud ante todo
Jiriak visitó la ciudad de Prípiat, que está incluida en la zona de exclusión de 30 kilómetros, solo un mes después de que iniciaran los trabajos en la central nuclear. Le sorprendió ver completamente vacía una localidad en la que vivían casi 50.000 personas antes de la catástrofe.

"Las vistas como estas dan escalofríos. Normalmente no hay nadie en los lugares como un bosque, pero cuando no hay nadie en la ciudad apenas te sientes bien", relató.
Cuando le preguntamos si los eventos de Chernóbil le hicieron madurar o si cambiaron su vida, Jiriak no tiene una respuesta.

No obstante, incluso en la zona del incidente los jóvenes soldados seguían siendo individuos con sus propios intereses y hobbies.
"Nada cambió, todo parecía unos ejercicios de campo. Bromeamos, ingeniamos unas ocupaciones para pasar nuestro tiempo libre. Por ejemplo, en un día libre los muchachos trataron de ver la televisión para ver unos programas, por la noche veían el campeonato de fútbol", enfatizó.
Lo que no hubo en realidad es el consumo de alcohol. En la serie muestran cómo suministran enormes cantidades de cajas de vodka, pero todo era al revés, aseveró.

"Esto era inadmisible. Si hubieran capturado in fraganti a alguien bebiendo alcohol, el castigo sería instantáneo. Por eso ninguno de los muchachos pensaba en intentarlo. Hubo casos aislados, pero a esto le seguía un castigo. La cosa era muy seria".
"Hay que entender que es una película"
A pesar de que la miniserie Chernobyl de HBO tiene ciertas incoherencias con la realidad, a Jiriak le gustó la obra. El entrevistado señaló que los creadores "cumplieron con su objetivo". También recordó a los que no les gustó la serie que se trata de una película y no de un documental.

"Cómo debería presentar la situación en la que los protagonistas sienten temor. Si lo mostramos tal cual, la gente va a pensar que fue un simple incendio, nada especial. A mí me parece [justificado] el uso de ciertos episodios especialmente para subrayar la gravedad de la situación".

Jiriak afirmó que la serie tiene un nivel de veracidad de 6/10.

"Antes del programa —el otro día Ígor participó en un 'talk show' dedicado a Chernóbil— yo le daría ocho puntos, pero ya no. Salieron a la luz nuevos hechos e incoherencias y el rating cayó".

Al comentar una escena de la serie en la que después de que un robot alemán fallara el profesor Legásov sugiere usar los 'biorobots' refiriéndose a humanos, el entrevistado enfatizó que nadie trató a los liquidadores como si fueran consumibles.
"Nuestro comandante, que estaba todo el tiempo con nosotros, hacía todo junto con nosotros. No hubo impresión de que trabajabas solo para que alguien más descansara".
El entrevistado reconoció que el fallo del equipo teledirigido que no logró soportar la radiación que salía del reactor le hizo pensar en su imperfección.

"El humano es un ser único en comparación con la técnica. Los animales y los seres vivos son tan únicos que pueden cumplir con este trabajo, mientras que los equipos todavía son bastante imperfectos. ¿Será algún día?", se preguntó.
Los 'liquidadores' se visten con trajes de protección durante las obras en la zona del incidente de Chernóbil. Foto: Sputnik / Igor Kostin
Según Jiriak, las personas como los buceadores que bombearon el agua de un comportamiento que estaba por debajo del reactor ardiente son las verdaderas leyendas. "Cuando estás de su lado te deja sin aliento", recordó la reciente cita que tuvo con ellos.
La carta de agradecimiento que Ígor Jiriak recibió tras participar en las obras en la zona del incidente de Chernóbil
Más de 600.000 personas de diferentes partes de la Unión Soviética tomaron parte en las obras para minimizar las consecuencias de la catástrofe nuclear en la central nuclear de Chernóbil. A pesar de que solo un puñado de ellos es conocido en todo el mundo cada uno de los liquidadores contribuyó en este arduo trabajo.
|
© 2019 Sputnik. Todos los derechos reservados

Fotos: Sputnik, archivo personal de Ígor Jiriak
Texto: Flora Moussa
Made on
Tilda