Flavio, el hijo mayor de Jair Bolsonaro, se vio en el ojo del huracán después de que saliera a la luz un informe del Consejo de Control de Actividades Financieras (Coaf), que calificó como "atípicas" las transferencias de 1,2 millones de reales —320.000 dólares— en la cuenta de Fabricio Queiroz, exasesor y chófer personal del hijo del presidente.
La Fiscalía de Río de Janeiro abrió una investigación. Los primeros indicios apuntan a que Queiroz podría haber sido el testaferro de Flavio Bolsonaro. Sin embargo, el hijo del presidente logró que el Tribunal Supremo Federal paralizara las investigaciones provisionalmente. En aquel entonces, Bolsonaro declaró que lamentaría si su hijo de hecho fuera culpable, pero que
tendría que pagar por sus acciones.
En paralelo, el 22 de enero, la prensa local reveló que, durante años, Flavio Bolsonaro
dio trabajo en su gabinete de diputado a familiares de uno de los milicianos más peligrosos de Río de Janeiro, Adriano Magalhaes, que ahora se encuentra huido de la justicia.