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Rock 'n' roll en los huesos




Cómo en la época de la Guerra Fría se distribuía música prohibida y grabada en las radiografías
Foto: Nikolay Vasin
'Música en los huesos' es una exposición del museo de arte contemporáneo Garazh de Moscú. No se trata de danzas rituales en los cementerios, sino de un fenómeno cultural de mediados del siglo XX, que emergió cuando los melómanos soviéticos grababan clandestinamente la música prohibida en la URSS en... radiografías. Por lo tanto, en todos los 'discos' podían verse huesos humanos.

Foto: Nikolay Vasin
El comisario de la exposición es el compositor y productor musical británico Stephen Coates. Hace cinco años, en un mercadillo de San Petersburgo, vio una radiografía del hueso coxal con una pista de música. Primero se quedó boquiabierto, pero luego empezó a investigar este fenómeno y a coleccionar este tipo de 'discos'. Stephen Coates explica su interés de la siguiente manera:
En esta historia se entremezclan varios aspectos: la Guerra Fría, una cultura prohibida, la música, el genio humano y las tecnologías de los bootlegger —piratas—. Para mí, como músico, es una historia sobre el papel que desempeña la música en la vida de una persona y el riesgo que está dispuesta a correr para escucharla, lo que es de rabiosa actualidad hoy, en la época del acceso a cualquier tipo de contenido digital.
Comenzó como una afición de los amantes de la música occidental que se transformó posteriormente en un negocio. Muchos de los divulgadores de estos 'discos' clandestinos acabaron en la cárcel.
Ni siquiera los jóvenes rusos de hoy saben que, entre 1950 y 1970, sus padres estuvieron dispuestos a arriesgar su libertad para tener la oportunidad de escuchar música prohibida en plena Unión Soviética. Los ingeniosos melómanos copiaban clandestinamente los vinilos de contrabando por medio de herramientas fabricadas por ellos mismos.

Un día descubrieron que las radiografías viejas que tiraban los hospitales podían sustituir el costoso vinilo. Así nació la 'música en los huesos', el
'underground' de la cultura musical soviética perseguida por el Gobierno. Comenzó como una afición de los amantes de la música occidental que se transformó posteriormente en un negocio. Muchos de los divulgadores de estos 'discos' clandestinos acabaron en la cárcel.
Las canciones interpretadas por cantantes de los países capitalistas, ante todo los de jazz y rock'n'roll, eran catalogadas como música prohibida. Así fue como las canciones de Elvis Presley aparacieron en la URSS. La música clásica no se grababa en las radiografías, puesto que se podían adquirir vinilos clásicos en las tiendas oficiales. Además, en el 'disco' improvisado cabían solo tres minutos de grabación.
Es necesario elegir el medio visual apropiado para el material y la audiencia
La producción se realizaba por medio de electrograbadores, muy populares en los balnearios de la URSS. Los turistas grababan tarjetas de sonido en pequeños discos flexibles para enviárselos a sus parientes y amigos. No obstante, era peligroso grabar música prohibida en los estudios de tarjetas de sonido. Por eso, a menudo, los melómanos montaban en casa aparatos grabadores con sus propias manos. A veces, intentaban darle una forma circular a las radiografías, pero no siempre lograban hacerlo. En el centro del 'disco' hacían un agujero para colocarlo en el tocadiscos. Durante la grabación se guardaba silencio. Sin embargo, no siempre se conseguía evitar ciertos sonidos, como ruidos de la casa, chirridos del mecanismo del grabador y el reproductor.
El coleccionista, historiador y creador del único museo de Los Beatles en Rusia, Nikolái Vasin, le contó a Sputnik cómo conoció el 'rock 'n' roll en los huesos':
Creo que fue en otoño de 1957. Después del colegio, mi amigo y yo fuimos a mi casa. Al llegar, sacó un disco y me dijo: "¡Mira! Rock 'n' roll. Estados Unidos". Tomé aquel disco blando y flexible, lo miré y vi unos huesos. Luego lo pusimos en el tocadiscos de mi madre y escuché la voz de Little Richard. Me quedé muy impresionado. Mi amigo me propuso ir allí donde se podía comprar discos clandestinos. Los vendían bajo cuerda en los mercadillos. A finales de los 60, ya existía todo un mercado negro de este tipo de música. Los discos no eran caros, pero tampoco duraban mucho. Todo el mundo sabía que la venta y la compra de estas radiografías eran ilegales, la calidad no era muy buena, pero era tan romántico, tan auténtico...

La música en radiografías dejó de usarse por completo a principios de los 70, cuando ganaron popularidad los magnetófonos. Hoy el interés por la 'música en los huesos' ha resurgido. Actualmente, incluso un cartucho ya es historia. Si antes uno corría el riesgo de acabar en la cárcel por estas radiografías musicales, hoy en día los ejemplares raros cuestan un buen dinero.

La exposición está abierta hasta el 5 de octubre.
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