Creo que fue en otoño de 1957. Después del colegio, mi amigo y yo fuimos a mi casa. Al llegar, sacó un disco y me dijo: "¡Mira! Rock 'n' roll. Estados Unidos". Tomé aquel disco blando y flexible, lo miré y vi unos huesos. Luego lo pusimos en el tocadiscos de mi madre y escuché la voz de Little Richard. Me quedé muy impresionado. Mi amigo me propuso ir allí donde se podía comprar discos clandestinos. Los vendían bajo cuerda en los mercadillos. A finales de los 60, ya existía todo un mercado negro de este tipo de música. Los discos no eran caros, pero tampoco duraban mucho. Todo el mundo sabía que la venta y la compra de estas radiografías eran ilegales, la calidad no era muy buena, pero era tan romántico, tan auténtico...