Para ello, el MiG-29 tiene un tren de aterrizaje reforzado y sus tomas de aire se cierran mientras la aeronave despega y aterriza.
Durante estos momentos, el caza obtiene el aire necesario para sus motores a través de las cinco finas ranuras que se abren en la parte superior del ala, justo detrás de la cabina del piloto por los dos lados.
De tal modo, los cazas fueron divididos en dos clases al igual que los F-15 y F-16 estadounidenses, a los cuales se les contrapuso el Su-27 y el MiG-29, respectivamente.